Necesitás agua para sobrevivir. Sencillamente, sin agua, tu cuerpo no funcionaría. Por eso cada vaso de agua es una fuente extraordinaria de bienestar. Puede que estés pensando: Lo entiendo, pero ¿cuánta agua realmente debo tomar por día? ¿De qué depende? ¿Es lo mismo hidratarme con agua que con otras bebidas? Seguí leyendo este artículo para encontrar respuesta a todas esas preguntas.
La mejor cantidad de agua que podés beber es la que sea suficiente para reponer el agua que pierde tu cuerpo a través de la orina, el sudor, la respiración, y las heces.
Se estima que las necesidades promedio para adultos sanos de regiones templadas son 35 mL de agua por cada kilogramo de peso corporal. Por ejemplo, una persona de 60Kg de peso necesita 2,1 litros y una persona de 80Kg, 2,8 litros de agua al día.
Estas recomendaciones cubren los líquidos del agua, otras bebidas y alimentos. Alrededor del 20% de la ingesta diaria de líquidos generalmente proviene de los alimentos y el 80% de las bebidas.
Una recomendación poblacional general es que las mujeres deben tomar 2 a 2.5 litros de agua al día y los hombres de 2.5 a 3 litros. Es fácil de recordar y un objetivo razonable, pero, aun así, puede ser que precises más o menos.
Y es que hay varios factores influyen en las necesidades de agua: el sexo, la edad, la actividad física, el clima, el estado de salud, la alimentación, el embarazo o lactancia.
Las personas que realizan ejercicio o actividades físicas intensas necesitan más agua para compensar la pérdida de líquidos a través del sudor. Es importante beber agua antes, durante y después del ejercicio físico. Si el ejercicio es intenso y dura más de una hora, una bebida deportiva puede reemplazar los minerales en la sangre (electrolitos) perdidos a través del sudor.
En climas cálidos o húmedos, el cuerpo pierde más agua a través del sudor, por lo que se necesita una mayor ingesta de líquidos. Lo mismo ocurre en ambientes a altas temperaturas, por ejemplo, personas que trabajan al lado de hornos o expuestos al sol, requieren más agua.
Algunas condiciones de salud, como fiebre, vómitos, diarrea, infecciones urinarias o problemas renales, pueden aumentar las necesidades de líquidos.
Las mujeres embarazadas o en período de lactancia requieren más líquidos para mantenerse hidratadas.
La cantidad de agua que consumís a través de los alimentos (como frutas y verduras) también puede influir en la cantidad de agua que necesites beber. Los alimentos ricos en agua, como la sandía o el pepino, pueden contribuir a tu ingesta diaria de líquidos.
Señales de una buena hidratación
Podés darte cuenta si estás bien hidratado si tu orina es de color claro, si tu piel está elástica y sin sequedad, y si podés mantener altos niveles de energía y concentración.
No esperes a tener sed para tomar agua, ya que es una señal que aparece tarde. Esperar a tener sed puede llevar a la deshidratación, con consecuencias negativas para la salud.
La mejor forma
Todos los líquidos ayudan a cubrir los requerimientos, pero lo que hidrata mejor es el agua. La podés tomar sola, o saborizada naturalmente, por ejemplo: aguas infusionadas naturales (de limón, menta, canela, jengibre, pepino, frutos rojos, etc.), caldos naturales de vegetales, caldos de frutas sin azúcar ni edulcorantes.
El agua es la mejor opción porque no tiene calorías, es barata y está disponible fácilmente. No contiene azúcar, edulcorantes, ácidos o cafeína.
Para mantenerte hidratado, tomá agua gradualmente a lo largo del día, por ejemplo, un vaso de al despertar, uno con cada comida y otro antes de acostarte. Salí de casa con una botellita o termo en mano y prepárate para descubrir el poder revitalizante del agua.
Lic. Nutrición Elizabeth Barcia
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