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Carne de cerdo: opción económica y nutritiva

La carne de cerdo es la más consumida a nivel mundial. En nuestro país es una de las proteínas más baratas del mercado, posicionándose como alternativa a la carne vacuna o de la de ave.


Los uruguayos la consumen cada vez más. Años atrás no había una oferta permanente de cerdo en las carnicerías, apenas se encontraban costillas. Hoy se ha estandarizado el producto a través de la importación de diversos cortes desde varios países, encontrando la aceptación de los consumidores por su buena calidad y precio competitivo.


El problema es que aún falta mucha educación de los consumidores para elevar la ingesta promedio. En el imaginario colectivo sigue presente esta idea de que la carne de cerdo hace mal porque tiene mucha grasa, pero se ha mejorado la genética, la alimentación y los sistemas productivos, y actualmente en el mundo se crían cerdos magros.



Hay sólo tres cortes que tienen por encima del 10% de grasa: el asado, el matambrito y la bondiola. Pero el cerdo tiene la ventaja de que el 70% de la grasa es subcutánea, es decir que se puede sacar fácilmente porque recubre el corte y no es intramuscular.


Algunos cortes de carne de cerdo fresca magra (menos del 10% de grasa) que se encuentran en el mercado son: bife de vacío, colita de cuadril, paleta, costillas. Y muy magros (menos del 5% de grasa): bola de lomo, carré, solomillo, nalga, peceto, pulpa de jamón, cuadrada.


La carne magra y fresca de cerdo es un alimento recomendado para ser incluido en una alimentación variada y equilibrada en todas las etapas de la vida, también para deportistas, para prevenir la anemia, para personas que deseen bajar de peso e incluso para la prevención de enfermedades cardiovasculares.


Esto se debe a su valor nutricional. La misma tiene mayor proporción de ácidos grasos monoinsaturados que las otras carnes, el consumo de estas grasas contribuyen a reducir el colesterol “malo” LDL. También, al igual que las otras carnes, la de cerdo tiene un contenido elevado de minerales como hierro, fósforo y zinc, y vitaminas del complejo B como la B12, aporta 20% de proteínas de alto valor biológico, todos ellos de fácil absorción y vinculados al crecimiento y desarrollo.

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